3 poemas de Ian Hamilton Finley y 1 poema de Audre Lorde
Traducción de Gabriel Fonseca

LA CASA DE FINLAY (EN ROUSAY)
Y esta es la casa de Finlay –
Una piedra silvestre en el suelo,
Toneladas de libros
Y una silla en la que no puedes sentarte
-No, no en el tambor –
Los anzuelos, los anzuelos perdidos.
Peces disecados adornan la Muralla
Y la Piedra sujeta la puerta.
Las arañas giran en los rincones.
Las visitas tienden a caerse:
Primero tropiezan, luego se caen –
Pescan los anzuelos perdidos.
Debería mover esa piedra
Pero sería más fácil
Desatornillar la puerta.
¿Seré mala persona?
Soy mejor anfitrión que los patos
Y me gusta perder los anzuelos.
LOS QUE BAILAN SE QUEDAN CON LA FIESTA
Cuando la charla dura horas me siento horrible –
Pero no es así cuando las horas son bailando:
Los que bailan se quedan con la fiesta
Mientras los conversadores hablan hasta el hartazgo
Sentados en los rincones, solos y arrugados.
NO GRACIAS, NO PUEDO IR
Supe que tendrían una fiesta,
Una asquerosa fiesta
Y supe que no me invitarían.
Y voy a recordar todo esto más tarde
Junto al agua, o
En el agua, pescando con la punta de mi larga y gris barba.
Oh Señor, lo recordaré
Llega Diciembre. Si
Un pez llegase a saltar sería una gran y triste sorpresa.

Los viejos tiempos, Audre Lorde
Todos quieren saber
Cómo eran las cosas en los viejos tiempos
Cuando no había un sol ni una luna
En nuestro incoloro cielo
Que nos advirtiera
No estábamos dementes
Solo el ojo seco e irritado
Sin pestañear de mujeres y hombres enajenados
Que llamaban zoológico a nuestra estrella
Y no recuerdo a ninguna esposa
Solo a diversas mujeres murmurando
Que siempre fui virgen
Porque nunca esperé.
Solo puedo recordarte a través de los ojos
De los olvidados
El lunes un gato de la calle hechiceros
Maulló tu muerte
En un idioma de antaño
Y ya se me ha olvidado
Tu nombre
Como la promesa del hambre
Atrapada en amaneceres
Solitaria.
Todos quieren saber cómo
Eran las cosas
En los viejos tiempos
Cuando hicimos polvo la piedra con un beso
Eterno e insaciable
Mostrando respeto por la tierra herida
En llanto y en silencio
Seguro una estrella cayó mientras la montaña
Se precipitaba sobre nuestros cuerpos
Seguro la luna pestañeó
Una vez
Cuando nuestras vigilias comenzaron.